Mamá, papá y dos chicos (mejor si son varón y nena). A veces, el abuelo en el fondo, con una pipa en la boca, o la abuela tejiendo. Típica postal de la familia que aparecía en los libros de lectura hasta hace un par de décadas. La mamá cocina, el papá trabaja, los chicos juegan. El modelo Familia Ingalls, que para muchos era la única e indiscutible garantía de una vida feliz.
Hoy las cosas han cambiado. Mamá y papá se divorciaron, se volvieron a casar y a tener más hijos. Hoy la postal incluye hermanastros, medio hermanos, mamá, el marido nuevo de mamá, papá, la novia de papá, los hijos de la novia de papá. Eso, cuando no se trata de los cada vez más comunes hogares monoparentales. Incluso las familias “tradicionales” se han ido achicando, cada vez es menos común tener muchos hijos, en general por las circunstancias económicas. Los tíos se fueron del país, por la crisis. Los abuelos ya no viven en casa, pero muchas veces los hijos siguen viviendo con sus padres hasta pasados los treinta. E incluso un compañerito de colegio del nene tiene dos papás, o dos mamás… viviendo juntas.
No sucedió de un día para el otro, a diferencia de lo que a muchos les parece. Hubo cambios que se fueron introduciendo gradualmente en nuestra sociedad, el ejemplo más palpable fue la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral. A partir de este hecho, los hijos se tienen más tarde, si es que se decide tenerlos. Otras transformaciones sí se deben a hechos más puntuales, como la aprobación de las leyes del divorcio, que en su momento fue ampliamente discutida, sobre todo por los sectores más tradicionales, como la Iglesia Católica, sectores que reclaman volver al modelo familiar de antaño.
Pero lo que esos sectores se olvidan es, precisamente, que tal modelo nunca fue único: siempre hubo separaciones de hecho, siempre existieron hombres que llevaran una doble vida (por lo tanto, que los chicos tuvieran hermanastros, o medio hermanos, salvo que antes eran “hijos naturales”, “ilegítimos”, “bastardos”). Siempre hubo homosexualidad, la diferencia es que antes se la ocultaba, y jamás dos hombres o dos mujeres hubieran podido plantearse siquiera el proyecto de formar su propia familia. Tal vez, muchos de los cambios que hoy a algunos los escandalizan, en realidad significan el fin de las hipocresías. Si papá y mamá ya no se quieren, no hace falta guardar las apariencias. Hoy en día es preferible un divorcio de mutuo acuerdo que hacerse mutuamente infelices siguiendo juntos.
¿Qué el divorcio afecta negativamente a los hijos? Sí, es cierto. Ahora, yo pregunto: ¿Qué papá y mamá se odien, no soporten ni siquiera verse, y que pese a ello estén obligados a vivir bajo el mismo techo, no? Por supuesto que el chico puede vivir ese divorcio como una pérdida, pero depende de cómo se lo hagan vivir sus progenitores puede ser una pérdida más o menos traumática. Si los chicos comprenden que se los sigue queriendo, si pueden seguir viendo a ambos padres, y si los dos ocupan un lugar parejo a la hora de tomar decisiones sobre su educación, su salud, su vida, se puede seguir teniendo una familia.
La proliferación de hijos del segundo matrimonio del tercer marido de la cuarta esposa de papá que no son mis hermanos pero son hermanos del medio hermano de mi hermanastro… ¿para qué sacar cuentas? Los chicos son chicos: si se crían juntos, todos pueden ser hermanos, no importa la cantidad de ADN que compartan. Y si no, lo bueno es fomentar lazos de afecto entre ellos, no competencia. Explicarles que a todos se los quiere: sumar amor, no dividirlo.
Tal vez el debate más controvertido sea el de la paternidad o maternidad de homosexuales. La antropóloga francesa Anne Cadoret habla de que hoy en día la sociedad se encamina a una forma de filiación plural: es decir, que un chico no sea sólo hijo del hombre y de la mujer que lo engendraron, sino que se críe con varios modelos maternales y paternales. De esta manera, no sería tan raro que viviera sólo con dos mujeres, o con dos hombres. La familia padre/madre, tal como la conocemos, sería una construcción social, una posibilidad entre muchas. Muchos destacan que es antinatural que un gay o una lesbiana tengan hijos sin coito heterosexual: lo que es antinatural, para el caso, es el procedimiento mismo de Fecundación in Vitro, y sin embargo ha permitido a muchas parejas heterosexuales disfrutar de la paternidad, y en esas circunstancias son muchos menos los que se han quejado.
Y cuando las parejas homosexuales deciden adoptar, por el camino se encuentran toda clase de obstáculos. No en todos los países está permitido. Pero mientras tanto, ¿qué sucede con los chicos que no son dados en adopción? Están condenados a pasar su infancia en hogares de tránsito, o en orfanatos, o en sus propias familias de origen que no pueden (o no quieren) ocuparse de ellos. Y mientras tanto, dos personas (sean del sexo que sean), están dispuestas a darles el amor que necesitan, y que merecen. ¿Debería la ley impedirlo?
Lo que se dice es que los hijos de parejas homosexuales carecerían de un modelo paterno, si fueran criados por mujeres, o bien materno, en el caso de una pareja de hombres. Pero, para el caso, lo mismo sucede en hogares monoparentales. Lo importante, en cualquiera de esos casos, es que los chicos puedan encontrar referentes paternos o maternos en otras figuras (tíos/as, abuelos/as, padrinos o madrinas). Nadie se cuestionaría que una madre sola o un padre solo sean capaces de sacar adelante a sus hijos. Entonces, ¿por qué no han de poder hacerlo dos papás, o dos mamás, que están en pareja y se quieren?
La familia es la primera instancia de socialización. Es viviendo en familia como aprendemos a vivir en sociedad. Y hoy en día estamos inmersos en una sociedad plural, donde existe el divorcio, donde la homosexualidad no se tiene por qué ocultar, donde la gente se casa y ensambla familias… tal vez, lo más importante a la hora de criar a nuestros hijos sea enseñarles a convivir, con todas las diferencias que pueda haber, en esta sociedad que tenemos. Convertirlos en personas tolerantes, tolerantes incluso para con quienes no compartan su tolerancia.
Y darles amor, porque para eso está la familia. Las familias. Sean como sean.
Hoy las cosas han cambiado. Mamá y papá se divorciaron, se volvieron a casar y a tener más hijos. Hoy la postal incluye hermanastros, medio hermanos, mamá, el marido nuevo de mamá, papá, la novia de papá, los hijos de la novia de papá. Eso, cuando no se trata de los cada vez más comunes hogares monoparentales. Incluso las familias “tradicionales” se han ido achicando, cada vez es menos común tener muchos hijos, en general por las circunstancias económicas. Los tíos se fueron del país, por la crisis. Los abuelos ya no viven en casa, pero muchas veces los hijos siguen viviendo con sus padres hasta pasados los treinta. E incluso un compañerito de colegio del nene tiene dos papás, o dos mamás… viviendo juntas.
No sucedió de un día para el otro, a diferencia de lo que a muchos les parece. Hubo cambios que se fueron introduciendo gradualmente en nuestra sociedad, el ejemplo más palpable fue la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral. A partir de este hecho, los hijos se tienen más tarde, si es que se decide tenerlos. Otras transformaciones sí se deben a hechos más puntuales, como la aprobación de las leyes del divorcio, que en su momento fue ampliamente discutida, sobre todo por los sectores más tradicionales, como la Iglesia Católica, sectores que reclaman volver al modelo familiar de antaño.
Pero lo que esos sectores se olvidan es, precisamente, que tal modelo nunca fue único: siempre hubo separaciones de hecho, siempre existieron hombres que llevaran una doble vida (por lo tanto, que los chicos tuvieran hermanastros, o medio hermanos, salvo que antes eran “hijos naturales”, “ilegítimos”, “bastardos”). Siempre hubo homosexualidad, la diferencia es que antes se la ocultaba, y jamás dos hombres o dos mujeres hubieran podido plantearse siquiera el proyecto de formar su propia familia. Tal vez, muchos de los cambios que hoy a algunos los escandalizan, en realidad significan el fin de las hipocresías. Si papá y mamá ya no se quieren, no hace falta guardar las apariencias. Hoy en día es preferible un divorcio de mutuo acuerdo que hacerse mutuamente infelices siguiendo juntos.
¿Qué el divorcio afecta negativamente a los hijos? Sí, es cierto. Ahora, yo pregunto: ¿Qué papá y mamá se odien, no soporten ni siquiera verse, y que pese a ello estén obligados a vivir bajo el mismo techo, no? Por supuesto que el chico puede vivir ese divorcio como una pérdida, pero depende de cómo se lo hagan vivir sus progenitores puede ser una pérdida más o menos traumática. Si los chicos comprenden que se los sigue queriendo, si pueden seguir viendo a ambos padres, y si los dos ocupan un lugar parejo a la hora de tomar decisiones sobre su educación, su salud, su vida, se puede seguir teniendo una familia.
La proliferación de hijos del segundo matrimonio del tercer marido de la cuarta esposa de papá que no son mis hermanos pero son hermanos del medio hermano de mi hermanastro… ¿para qué sacar cuentas? Los chicos son chicos: si se crían juntos, todos pueden ser hermanos, no importa la cantidad de ADN que compartan. Y si no, lo bueno es fomentar lazos de afecto entre ellos, no competencia. Explicarles que a todos se los quiere: sumar amor, no dividirlo.
Tal vez el debate más controvertido sea el de la paternidad o maternidad de homosexuales. La antropóloga francesa Anne Cadoret habla de que hoy en día la sociedad se encamina a una forma de filiación plural: es decir, que un chico no sea sólo hijo del hombre y de la mujer que lo engendraron, sino que se críe con varios modelos maternales y paternales. De esta manera, no sería tan raro que viviera sólo con dos mujeres, o con dos hombres. La familia padre/madre, tal como la conocemos, sería una construcción social, una posibilidad entre muchas. Muchos destacan que es antinatural que un gay o una lesbiana tengan hijos sin coito heterosexual: lo que es antinatural, para el caso, es el procedimiento mismo de Fecundación in Vitro, y sin embargo ha permitido a muchas parejas heterosexuales disfrutar de la paternidad, y en esas circunstancias son muchos menos los que se han quejado.
Y cuando las parejas homosexuales deciden adoptar, por el camino se encuentran toda clase de obstáculos. No en todos los países está permitido. Pero mientras tanto, ¿qué sucede con los chicos que no son dados en adopción? Están condenados a pasar su infancia en hogares de tránsito, o en orfanatos, o en sus propias familias de origen que no pueden (o no quieren) ocuparse de ellos. Y mientras tanto, dos personas (sean del sexo que sean), están dispuestas a darles el amor que necesitan, y que merecen. ¿Debería la ley impedirlo?
Lo que se dice es que los hijos de parejas homosexuales carecerían de un modelo paterno, si fueran criados por mujeres, o bien materno, en el caso de una pareja de hombres. Pero, para el caso, lo mismo sucede en hogares monoparentales. Lo importante, en cualquiera de esos casos, es que los chicos puedan encontrar referentes paternos o maternos en otras figuras (tíos/as, abuelos/as, padrinos o madrinas). Nadie se cuestionaría que una madre sola o un padre solo sean capaces de sacar adelante a sus hijos. Entonces, ¿por qué no han de poder hacerlo dos papás, o dos mamás, que están en pareja y se quieren?
La familia es la primera instancia de socialización. Es viviendo en familia como aprendemos a vivir en sociedad. Y hoy en día estamos inmersos en una sociedad plural, donde existe el divorcio, donde la homosexualidad no se tiene por qué ocultar, donde la gente se casa y ensambla familias… tal vez, lo más importante a la hora de criar a nuestros hijos sea enseñarles a convivir, con todas las diferencias que pueda haber, en esta sociedad que tenemos. Convertirlos en personas tolerantes, tolerantes incluso para con quienes no compartan su tolerancia.
Y darles amor, porque para eso está la familia. Las familias. Sean como sean.