Algunas cosas que podemos hacer hoy para colaborar con el medio ambiente

Hoy 15 de octubre, El Cajón... en sintonía con miles de blogs de todo el mundo, se propuso participar del Blog Action Day, cuya consigna es que hablemos todos de una problemática que nos afecta cada vez más: el medio ambiente.

Es un tema que me preocupa y me deprime bastante, pero a pesar de ello, decidí abordar desde una postura positiva. Por eso, he aquí algunas cosas que podemos empezar a implementar hoy mismo para aportar nuestro pequeño granito de arena para salvar al planeta. Claro que se podrían hacer cosas mucho más grandes e importantes -como reciclar basura, por ejemplo- pero creo que sin una fuerte política al respecto, las acciones individuales se quedan en la nada. En cambio, hay algunas mínimas cosas que sí podemos hacer, hoy y todos los días, por ejemplo:

- No desperdiciar agua: Cuando te estés poniendo crema enjuague, si la dejás actuar unos segundos, cerrá la ducha. De la misma manera, abrí la canilla únicamente cuando ya estés list@ para bañarte (conozco personas que dejan correr litros y litros de agua mientras se desvisten y preparan su toalla). Al lavar los platos, primero enjabonarlos -con las canilla cerrada- y abrir recién para enjuagarlos, lo mismo al lavarse los dientes.

- Ahorrar electricidad: Tanto por el dinero que pagamos por ella como para darle una ayuda al medio ambiente, podemos gastar menos electricidad compartiendo los ascensores -además, es una cuestión de educación, pero todavía veo gente que cierra la puerta del ascensor en la cara de un vecino-. Asimismo, hay que apagar las luces de una habitación cuando no estamos ahí, y también la tele, la radio y la computadora si no las usamos.

- Cuidar nuestro consumo: Es preferible gastar un poco más y elegir marcas que sabemos cuidan el medio ambiente (por ejemplo, de aerosoles o de atún enlatado). Procurá no desperdiciar comida: no solamente porque cuesta dinero, sino también por la cantidad de recursos naturales que se han invertido para que podamos llevarla a la mesa. Comprar productos reciclados también es una buena opción.

- Proteger una pequeña porción de planeta: Aunque sean tan sólo unas pocas macetas en tu balcón, cuidá a tus plantas. Ellas producen oxígeno durante su fotosíntesis -además de que embellecen nuestro hogar-. Por más mínimo que sea tu aporte, estarás protegiendo la vida.

- Informarse, informar, participar: Es bueno estar al tanto de los temas cotidianos que tienen que ver con nuestro medio ambiente. Si, por ejemplo, la Ley de Bosques en Argentina estuviera en boca de todos, los candidatos a presidente deberían tomar alguna acción al respecto para conseguir más votantes. Transmitir la información también es una manera de crear consciencia. He descubierto que los chicos sobre todo son muy permeables: expliquémosle a un niño de cinco años por qué es bueno cerrar la canilla mientras se lava los dientes, y no solamente lo hará, sino que también se lo explicará a sus padres y hermanos. Asimismo, participar en campañas es importante: cuantos más seamos, más posibilidades tendremos de encarar acciones más grandes que éstas humildes que propongo acá.

Familia(s) de hoy

Publicado en enero 2005 en la revista online "Temas de hombre / temas de mujer"

Mamá, papá y dos chicos (mejor si son varón y nena). A veces, el abuelo en el fondo, con una pipa en la boca, o la abuela tejiendo. Típica postal de la familia que aparecía en los libros de lectura hasta hace un par de décadas. La mamá cocina, el papá trabaja, los chicos juegan. El modelo Familia Ingalls, que para muchos era la única e indiscutible garantía de una vida feliz.
Hoy las cosas han cambiado. Mamá y papá se divorciaron, se volvieron a casar y a tener más hijos. Hoy la postal incluye hermanastros, medio hermanos, mamá, el marido nuevo de mamá, papá, la novia de papá, los hijos de la novia de papá. Eso, cuando no se trata de los cada vez más comunes hogares monoparentales. Incluso las familias “tradicionales” se han ido achicando, cada vez es menos común tener muchos hijos, en general por las circunstancias económicas. Los tíos se fueron del país, por la crisis. Los abuelos ya no viven en casa, pero muchas veces los hijos siguen viviendo con sus padres hasta pasados los treinta. E incluso un compañerito de colegio del nene tiene dos papás, o dos mamás… viviendo juntas.
No sucedió de un día para el otro, a diferencia de lo que a muchos les parece. Hubo cambios que se fueron introduciendo gradualmente en nuestra sociedad, el ejemplo más palpable fue la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral. A partir de este hecho, los hijos se tienen más tarde, si es que se decide tenerlos. Otras transformaciones sí se deben a hechos más puntuales, como la aprobación de las leyes del divorcio, que en su momento fue ampliamente discutida, sobre todo por los sectores más tradicionales, como la Iglesia Católica, sectores que reclaman volver al modelo familiar de antaño.
Pero lo que esos sectores se olvidan es, precisamente, que tal modelo nunca fue único: siempre hubo separaciones de hecho, siempre existieron hombres que llevaran una doble vida (por lo tanto, que los chicos tuvieran hermanastros, o medio hermanos, salvo que antes eran “hijos naturales”, “ilegítimos”, “bastardos”). Siempre hubo homosexualidad, la diferencia es que antes se la ocultaba, y jamás dos hombres o dos mujeres hubieran podido plantearse siquiera el proyecto de formar su propia familia. Tal vez, muchos de los cambios que hoy a algunos los escandalizan, en realidad significan el fin de las hipocresías. Si papá y mamá ya no se quieren, no hace falta guardar las apariencias. Hoy en día es preferible un divorcio de mutuo acuerdo que hacerse mutuamente infelices siguiendo juntos.
¿Qué el divorcio afecta negativamente a los hijos? Sí, es cierto. Ahora, yo pregunto: ¿Qué papá y mamá se odien, no soporten ni siquiera verse, y que pese a ello estén obligados a vivir bajo el mismo techo, no? Por supuesto que el chico puede vivir ese divorcio como una pérdida, pero depende de cómo se lo hagan vivir sus progenitores puede ser una pérdida más o menos traumática. Si los chicos comprenden que se los sigue queriendo, si pueden seguir viendo a ambos padres, y si los dos ocupan un lugar parejo a la hora de tomar decisiones sobre su educación, su salud, su vida, se puede seguir teniendo una familia.
La proliferación de hijos del segundo matrimonio del tercer marido de la cuarta esposa de papá que no son mis hermanos pero son hermanos del medio hermano de mi hermanastro… ¿para qué sacar cuentas? Los chicos son chicos: si se crían juntos, todos pueden ser hermanos, no importa la cantidad de ADN que compartan. Y si no, lo bueno es fomentar lazos de afecto entre ellos, no competencia. Explicarles que a todos se los quiere: sumar amor, no dividirlo.
Tal vez el debate más controvertido sea el de la paternidad o maternidad de homosexuales. La antropóloga francesa Anne Cadoret habla de que hoy en día la sociedad se encamina a una forma de filiación plural: es decir, que un chico no sea sólo hijo del hombre y de la mujer que lo engendraron, sino que se críe con varios modelos maternales y paternales. De esta manera, no sería tan raro que viviera sólo con dos mujeres, o con dos hombres. La familia padre/madre, tal como la conocemos, sería una construcción social, una posibilidad entre muchas. Muchos destacan que es antinatural que un gay o una lesbiana tengan hijos sin coito heterosexual: lo que es antinatural, para el caso, es el procedimiento mismo de Fecundación in Vitro, y sin embargo ha permitido a muchas parejas heterosexuales disfrutar de la paternidad, y en esas circunstancias son muchos menos los que se han quejado.
Y cuando las parejas homosexuales deciden adoptar, por el camino se encuentran toda clase de obstáculos. No en todos los países está permitido. Pero mientras tanto, ¿qué sucede con los chicos que no son dados en adopción? Están condenados a pasar su infancia en hogares de tránsito, o en orfanatos, o en sus propias familias de origen que no pueden (o no quieren) ocuparse de ellos. Y mientras tanto, dos personas (sean del sexo que sean), están dispuestas a darles el amor que necesitan, y que merecen. ¿Debería la ley impedirlo?
Lo que se dice es que los hijos de parejas homosexuales carecerían de un modelo paterno, si fueran criados por mujeres, o bien materno, en el caso de una pareja de hombres. Pero, para el caso, lo mismo sucede en hogares monoparentales. Lo importante, en cualquiera de esos casos, es que los chicos puedan encontrar referentes paternos o maternos en otras figuras (tíos/as, abuelos/as, padrinos o madrinas). Nadie se cuestionaría que una madre sola o un padre solo sean capaces de sacar adelante a sus hijos. Entonces, ¿por qué no han de poder hacerlo dos papás, o dos mamás, que están en pareja y se quieren?

La familia es la primera instancia de socialización. Es viviendo en familia como aprendemos a vivir en sociedad. Y hoy en día estamos inmersos en una sociedad plural, donde existe el divorcio, donde la homosexualidad no se tiene por qué ocultar, donde la gente se casa y ensambla familias… tal vez, lo más importante a la hora de criar a nuestros hijos sea enseñarles a convivir, con todas las diferencias que pueda haber, en esta sociedad que tenemos. Convertirlos en personas tolerantes, tolerantes incluso para con quienes no compartan su tolerancia.
Y darles amor, porque para eso está la familia. Las familias. Sean como sean.

Si una noche de invierno un viajero…, de Italo Calvino

Publicado por primera vez en 1979, esta original ¿novela? del escritor italiano es uno de mis libros favoritos. Sobre todo por una experiencia personal, rarísima, que tuve mientras lo estaba leyendo, y que aquellos que hayan leído el libro me comprenderán cuando digo que fue increíble. Para los que aún no hayan tenido el placer, se los recomiendo fervientemente y les comento de qué se trata.
Si una noche... podría haber sido un cuento de Borges, escritor al cual Calvino reconoce admirar: es la historia de un Lector que comienza a leer diez novelas, cada una excluyendo a la anterior. ¿Qué significa esto? Pues bien: que si primero, el Lector comienza leyendo una historia caracterizada por su oscuridad, el no saber bien qué pasa, la “novela de la niebla”, la siguiente será la novela plena, la plenitud de los sentidos, las descripciones, la plenitud del afuera. Y la siguiente viene a ser una novela simbolista, la plenitud del yo, el adentro. Y así sucesivamente. Es posible que en esta obra Calvino exponga más que nunca su modo de escribir en general tal como él mismo lo define: “A veces busco concentrarme en la historia que quisiera escribir y me doy cuenta que aquello que me interesa es otra cosa, o sea, no una cosa precisa sino todo eso que queda excluido de la cosa que debería escribir; la relación entre aquel argumento determinado y todas sus posibles variantes y alternativas, todos los acontecimientos que el tiempo y el espacio pueden contener”[1].
Mientras se nos cuentan diez comienzos para diez historias distintas, pero con un argumento similar, también se nos cuenta la historia de los Lectores: cómo adquieren el primer libro, cómo descubren que hay un error de imprenta en su copia y deben ir a cambiarlo a la librería, donde les informan que todos los ejemplares están fallados y les dan uno “bueno”, pero que es una historia diferente, que luego que se ponen a leer el segundo volumen éste tiene páginas en blanco, después intentan buscarlo en una biblioteca, pero está el primer capítulo suelto, etc. La idea es que, por diversos motivos (cada vez más inverosímiles) las novelas siempre se interrumpen después de unas pocas páginas. Es divertido y desesperante a la vez.
¿Por qué quedé tan sorprendida cuando leí este libro? Se dio la inmensa casualidad de que justamente mi volumen de Si una noche… estuviera mal encuadernado, interrumpiéndose en el medio de la narración tal como les sucedió con los suyos respectivos a los Lectores protagonistas. Por supuesto, no pude menos que dudar si no sería todo a propósito, un artificio más del libro y no una mera casualidad. ¿Estaba hecho así, debía repetir la lectura de las páginas 125 a 140? ¿A todos los ejemplares les faltaban las mismas páginas? ¿O había un error de impresión intencional pero distinto en cada uno? Pero no. Lanzada (como el Lector, como la Lectora) desesperada a la búsqueda de la continuación del libro que tanto me había atrapado, yo sí pude terminarlo. Me considero absolutamente afortunada y privilegiada porque me haya tocado justo a mí esta experiencia hasta donde yo sé, inédita.
Si una noche de invierno un viajero… es un libro caracterizado por la metatextualidad, es decir, el texto que habla de sí mismo. Especialmente recomendado para aquellos que disfrutan de la literatura no como un pasatiempo, sino como una pasión.

[1] Calvino, I. Seis propuestas para el próximo milenio, Editorial Ciruela.

Preámbulo a las instrucciones para activar el celular

Piensa en esto: cuando te regalan un celular te regalan un pequeño infierno sonoro, unas esposas de silicio, un calabozo de ring tones. No te dan solamente el celular, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es el último modelo, con cámara digital, tecnología bluetooth y MP4 incorporados; no te regalan solamente ese menudo buchoncito que engancharás a tu cinturón y pasearás contigo. Te regalan –no lo saben, lo terrible es que no lo saben- un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que enganchar de tu cuerpo con su funda como un bracito desesperado colgándose de tus presillas. Te regalan la necesidad de cargarle la batería todas las semanas, la obligación de que esté encendido para que siga siendo un celular; te regalan la obsesión de atender a cada musiquita que suena en un colectivo, la obsesión por las promociones de tarjetas, el tenerlo siempre a mano para asegurarte de que lo escuches. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca tan pedorra como las otras, te regalan la tendencia a comparar tu celular con los otros celulares. No te regalan un celular, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del celular.

PD: Quiero pedir disculpas a dos personas. A papá, porque me hizo el regalo, que espero se dé cuenta de que las líneas de arriba las escribí con una sonrisa. Al maestro, por el absoluto y completamente descarado plagio, que espero hacer pasar como homenaje.

Una situación de enseñanza

Yo tengo veinte años. Estoy en San Bernardo, pasando unas vacaciones en el departamento de mis tíos abuelos. Su hija, Toia, está también parando con nosotros junto con Marcos, su chiquito de dos años y pico. Éste es un nene simpático y extremadamente sociable, con un vocabulario particular que combina el castellano con el inglés (la familia vive en Estado Unidos desde antes de que él naciera, con lo cual el chiquito se crió como bilingüe).
Esa tarde, la mamá de Marcos ha salido a hacer unas compras, y yo me ofrecí a quedarme con el nene. Además de que me gustan los chicos, por Marcos siento una especial fascinación por el tema de la lengua. Todavía no he elegido la orientación de lingüística en la carrera, pero evidentemente está en mí, ahí en algún lado, aunque no me haya dado cuenta. Me fijo mucho en cómo habla este chiquito: cuenta mejor en inglés (“one, two, three, four…”) que en castellano (“dos, tes, dos, tes, dos, tes…”). Mira a la playa y describe lo que ve (“El mar, un perro, a ball, un ave…”). Confunde los pronombres: cuando la mamá le da de comer en la boca, Marcos protesta “vos, vos, ¡vos!”, señalándose a sí mismo con su dedito.
Mientras esperamos a que vuelva su mamá, Marcos y yo estamos tirados en la cama de mis tíos mirando un álbum de fotos. Marcos señala a las personas que aparecen en las fotografías y me las nombra: “papá, mamá, vos” (por él mismo, que está soplando las velitas). Me sonrío.
- No, Marcos –le digo- VOS… (y lo señalo), YO… (y me señalo). Decime “yo”, “yo, Marcos”, “yo”. Tomo su manito y la pongo sobre su pechito.
Marcos razona unos segundos. Vuelve a tomar la foto.
- Mamá, papá… ¿yo?
- Sí, claro, VOS, Marcos, VOS.
- ¿Yo? –su carita se ilumina repentinamente. Se ha producido la comprensión- ¡YO!!! ¡Yo, yo yo!!! –repite, golpeando la fotografía con alegría.

Al rato vuelve Toia, y le digo:
- Mirá lo que le enseñé a Marcos –y, dirigiéndome al nene- Mostrale a mamá quiénes están en la foto.
- Papá, mamá, yo… -con una enorme sonrisa en su cara.
- ¡Muy bien, Marcos! –dice ella- ¡Qué bueno que la tía [así me dicen] te enseñó!!!
Y entonces sucede algo que yo no me esperaba. Marcos empieza a saltar sobre la cama, muerto de risa, mientras exclama “¡Tí-a, tí-a, tí-a!!!”.
- Mirá cómo te festeja –dice Toia, mirándome contenta.

En ese momento experimenté una emoción desconocida, el sentir que había dejado algo en Marcos, algo que le servía, que le gustaba y que lo hacía sentirse orgulloso y seguro de sí mismo. Probablemente nunca se acuerde de que yo le enseñé el pronombre personal “yo”, tal vez hoy ni siquiera se acuerde de mi cara –hace varios años que ni él ni su familia visitan la Argentina. No importa.
Hoy tengo veinticinco años, estudio lingüística y enseño inglés en un jardín de infantes. Los chicos aprenden conmigo muchísimas palabras, pronombres y otras también. Me divierto mucho. A veces me pregunto si ese día en San Bernardo no me marcó un antes y un después. Si estaría haciendo esto hoy si Marcos, en aquella oportunidad, no me hubiera enseñado tanto.

Acerca del llamado "día internacional de la mujer"

Gente, les mando este mensaje. Léanlo sin prejuicios, a mí el tema me hizo pensar.
¿Se les ha ocurrido preguntarse alguna vez por qué esque existe este día internacional de la mujer?A mí sí, y todas las respuestas que se me vinieron a la cabeza me parecieron terribles. Primero: Es un día en el cual se "celebra" el avance que ha tenido la mujer en los últimos cien años, la lucha por nuestros derechos y los logros alcanzados. A mí no me parece que sea algo que haya que celebrar, ya que esos derechos, que con mucho esfuerzo nos van siendo otorgados muy poco a poco, debieron ser nuestros desde un principio, y el hecho de que haya que conmemorarlos, significa que aún no se los considera en nuestra sociedad algo elemental. Más allá de posibles comentarios machistas, las mujeres y los hombres merecemos LO MISMO: mismo sueldo por mismo trabajo, iguales condiciones de trato cotidiano,iguales responsabilidades frente a la paternidad, frente a las tareas domésticas y frente al manejo del dinero. Y no porque las mujeres pidamos estas cosas un día al año vamos a llegar a obtenerlas. Creo que es preciso un cambio de actitud: no hay que alegrarnos por tener los derechos que tenemos, sino indignarnos cuando éstos siguen sin ser suficientes. Y esto también va para los hombres que puedan reconocerlo.
Segundo: No hay un "dia internacional del hombre".¿Por qué? Sencillo, a ellos no hace falta reconocerles nada, ya lo tienen todo reconocido. Es más: no existen ni revistas de interés general "especialmente para el hombre". Estas publicaciones se limitan a las deportivas y a las pornográficas. No hay en los diarios ni en las revistas "suplementos masculinos".¿Acaso es porque los editores consideran que TODO el diario es para el caballero y nos destinan a las damas un escueto y superficial suplemento (en general de moda y belleza)? A la mujer se la viene considerando desde siempre "la otra". Fue "la esposa de", "la madre de", "la hija de", "la empleada de", y todos los editores de estas publicaciones (que suelen fomentar el día mencionado) nos tratan así.
Con todo esto no pretendo pecar de feminista. No creo en el GIRL POWER, no considero al hombre un animal domesticado, no quiero que las mujeres sintamos que debemos "tomar revancha" por tantos siglos y milenios de opresión masculina. Considero que no somos iguales, sino muy diferentes, pero que a nuestra manera valemos lo mismo, y por eso merecemos lo mismo. Por mi parte me duele y me repugnan los hombres (y también algunas mujeres, es verdad) que consideran al sexo femenino como "una porción aparte de la humanidad". Nosotras SOMOS la humanidad, más de la mitad de ella. Ojalá llegue el día en el cual hombres y mujeres seamos un equipo perfecto, tanto en el trabajo, como en la amistad, como en la pareja. Ese día no se va a festejar más el "día internacional de la mujer", sino el "día del ser humano".
A todos los hombres y mujeres que conozcas y que les pueda interesar, mandales este mensaje. A ver si entre todos podemos arreglar el mundo para en el futuro ser hombres y mujeres más felices.

Cambios en el español ¿degradación o transformación?

Un poco de historia. Hacia el siglo XV, un grupo de humanistas –entre ellos, Lorenzo Valla– decidió “purificar” el latín, que había cambiado mucho desde su apogeo en la época de Augusto hasta la Baja Edad Media. Se decía que había que restaurar el latín clásico, que era intolerable que en las escuelas se lo hablase tan degradado (por ejemplo, de decir MIHI -a mí, para mí- se había pasado progresivamente a decir “michi”). ¿Resultado? Es a partir del Renacimiento cuando al latín debemos considerarlo una lengua muerta, esto fue lo que pasó: prohibiendo su natural transformación, volviéndolo rígido, el latín se fue transformando en algo arcaico y que difícilmente expresaba lo que el escritor quería decir. Poco a poco, las lenguas “vulgares” (entre ellas, el español) fueron ganando terreno y el latín lo fue perdiendo. Muchos años después, en 1916, se publica el Curso de Lingüística General, dictado por Ferdinand de Saussure. La lengua, dirá Saussure, está sometida a la masa parlante, ninguno la puede controlar por sí solo. Por ello, el signo lingüístico se caracteriza por ser mutable e inmutable al mismo tiempo. ¿Por qué esta paradoja? Por un lado, la lengua nos llega como herencia de una época anterior. El signo es arbitrario, nada en el objeto “lápiz”, por ejemplo, hace que lo llamemos así, salvo una convención aceptada por todos. Por lo tanto es preciso que acatemos esa convención y mantengamos el sistema tal como nos llega. Por eso Saussure dice que la lengua es inmutable. Pero, a la vez, la continuidad del signo en el tiempo hace que éste padezca alteraciones como producto de esta misma continuidad: las necesidades comunicativas de las sociedades cambian a lo largo de las épocas. Debido a esto el latín progresivamente había ido evolucionando, hasta que los humanistas lo “fijaron”, dejando de ser, entonces, funcional a la necesidad que una lengua debe satisfacer, o sea, la comunicación humana. ¿Qué está sucediendo con el español? Hoy se habla de una degradación de la lengua, entendiéndose por esto que muchas palabras se pierden para ser reemplazadas por “equivalentes” en inglés. Pero hay que considerar hasta qué punto esta degradación no es sino una transformación natural de la lengua, debido a las necesidades nuevas que tiene que satisfacer desde hace unos pocos años. Internet. Éste es el primer medio de comunicación efectivamente global, unificador de fronteras entre todos los países del mundo. Nunca antes existió algo así: pensemos que si bien siempre existieron los viajes, los intérpretes, las traducciones, los encuentros entre personas de distintos países nunca se dieron, como ahora, varias veces al día, todos los días y en cualquier parte del mundo. Antes eran unos pocos los viajeros, los intérpretes, los traductores. Y la tendencia es que hoy en día los usuarios de Internet seamos una franja cada vez más grande de la población mundial. Las distancias desaparecen una vez que se entra en el universo virtual. Hoy se puede hablar a la vez con alguien de Surinam, otro de Chipre y otro de Eslovenia de lo que está sucediendo en este mismo momento. Y es una comunicación sin jerarquías, ya que en Internet todos podemos ser emisores y receptores alternadamente. No como en medios tradicionales -libros, diarios, radio, televisión- donde uno no puede transmitir con la misma facilidad que recibe. El teléfono también comunica en tiempo real y sin jerarquías, pero tiene la desventaja con respecto a Internet de que normalmente sólo involucra a dos personas a la vez. Siendo un medio universal, también las fronteras entre los idiomas se diluyen cuando de Internet se trata. En este caso en particular, es lógico que algunos vocablos se universalicen: que e-mail sea e-mail para todos, que Internet siga siendo Internet, que este sitio sea un E-magazine, y no una “revista-E”. Ya que son vocablos que usamos para la comunicación con el mundo, es bueno que todos los llamemos de la misma manera. Eso sí, estas palabras tienen el sello estadounidense. No es una novedad que la lengua sea un (el) instrumento de poder, recuérdense los antiguos romanos y la latinización de los pueblos bárbaros. Lamentablemente, en nuestro mundo globalizado, EEUU nos domina cultural y económicamente. Es inevitable, por lo tanto, que su idioma sea un medio más a través del cual ejerza su presión. El inglés, índice de status. Tal vez no sea tan grave decir “webear”, a falta de un término más exacto en nuestra lengua (más sencillo que “navegar por la red”, que además se presta a confundirse con una expresión náutica). Lo terrible es que esta presión se ejerza en la comunicación día a día. ¿Qué necesidad hay de decir “gym”, “shopping”, “sale”, “co-worker”? ¿No contamos con las palabras “gimnasio”, “centro comercial”, “oferta”, “colega”? ¿No suena ridículo escuchar la palabra “item” (de origen latino, por cierto), pronunciada “aitem”? Es ésta la verdadera degradación del español, son estas pérdidas las que debemos evitar. Las personas, cada vez más, que utilizan el inglés como señal de status, que hablan con palabras anglosajonas para darse tono, ésas son las que perjudican más al español. Es cierto que el inglés, en cierto modo, se ha convertido en el latín de hoy. Quien no lo comprende, queda afuera. De esta manera se ha impuesto como un indicador de status. A los jóvenes de hoy en día nos resulta cada vez más difícil acceder a un buen puesto de trabajo sin un considerable nivel de inglés. Los sectores sociales con menos acceso a educación son quienes se quedan sin saberlo, también lógicamente son quienes menos acceso tienen a Internet. De esta manera, el inglés está contribuyendo a separar aún más la sociedad de nuestros países de América Latina en dos sectores muy marcados. Al menos, funciona como un claro índice de la lamentable brecha existente entre ricos y pobres. Curiosamente, mientras tanto, en EEUU se está dando la situación inversa: allí el español ha pasado a ser la segunda lengua en importancia. Como lentamente los latinos se han ido abriendo camino y su porcentaje en la población total del país está en aumento, se dan fenómenos tales como que un candidato a la presidencia deba pronunciar en su discurso algunas frases en una entrecortada lengua de Cervantes. Que no nos extrañe, entonces, que dentro de unos años, el español renazca, más prestigioso que nunca, cuando lo dictamine el águila. Lo que no quiero ni imaginarme es qué clase de español puede resultar de esa mezcla… ¿Qué podemos hacer nosotros? Primero, debemos fortalecer al español dándole peso en la educación (la de todos los sectores sociales). Así como el inglés es un índice de exclusión, que el español lo sea de inclusión. El inglés es la lengua que nos comunica con el mundo, el español es la lengua que nos hermana. Segundo, es ridículo que rechacemos al inglés. De hecho, es inevitable que se lo utilice para comunicarse con el resto del mundo. Pero debemos considerarlo sólo como un instrumento de trabajo, no como un signo de status. Reservemos el inglés para adentro de la oficina. En realidad hay muchísimos empleos para los cuales no es imprescindible hablar inglés. Fomentemos que no sea obligatorio, que todos podamos trabajar, también quienes no tuvieron tiempo, oportunidades o bien voluntad de aprender una lengua que no es la propia. Sí debemos, por el contrario, revalorizar socialmente el hablar un buen español, debemos cultivarlo en nuestros niños desde que aprenden sus primeras palabras. Pero tampoco nos pongamos puristas. El inglés es una lengua más sencilla que el español: abunda en monosílabos y tiene una gramática mucho menos compleja. No podemos evitar que resulte más fácil e inequívoco hablar de “chat”, “mouse”, “PC”. Imaginemos que si los hispanohablantes nos ponemos a traducir los términos de Internet, no hay ninguna razón para que los franceses, los italianos, los africanos, los orientales, no hagan lo mismo. De esa manera, la Red que hasta ahora nos comunica, pasaría a diversificarse mucho. Si bien es cierto que Internet tiene hoy una gran mayoría de sitios estadounidenses, los otros países estamos ocupando cada vez más lugar. Es bueno que ciertos códigos, en este caso palabras en inevitable inglés, se mantengan para facilitar la comunicación internacional. Recordemos que la lengua, cualquier lengua, debe ser ante todo la manera de hacerse entender por otros seres humanos. Para que nuestro español continúe siendo una lengua viva, es imprescindible que aceptemos sus transformaciones. Finalmente, es el idioma el que tiene que estar a nuestro servicio, y no nosotros al servicio del idioma.

(Este artículo fue publicado en la e-magazine "Cosas de hombre/cosas de mujer", en diciembre de 2004)